jueves, enero 06, 2011

Barquitos de carreras

Sentado en el borde de la acera, observaba el agua del caño correr y de vez en cuando escupía o echaba pedacitos de hojas para verlos flotar en el agua y jugar como cuando niño que eran barquitos de carreras. Se tocó la bolsa de la camisa como buscando el paquete de cigarros y en eso recordó que llevaba meses sin fumar ya. Se rió de sí mismo, como burlándose, miró al cielo buscando un cómplice y sonrió de nuevo.

Quiso imaginar cómo sería tener un trabajo con horario fijo, de esos en los que se sale a almorzar en invierno, pero uno no puede mojarse y en verano no puede sudar. Intentó imaginar cómo sería pertenecer a esa ruidosa sociedad que le rodeaba, ser uno de esos tipos que se debatían entre tomar un taxi o ahorrarse unos pesos y compartir sudores en el autobús, particularmente en esas tardes lluviosas de embotellamientos urbanos.

Se quitó el sombrero, se rascó la cabeza y pensó que le gustaría que lloviera fuerte para seguir jugando a los barquitos de carreras. Volvió a reírse de sí mismo y suspirando, regresó la mirada al caño y el pensamiento a sus embarcaciones.