domingo, marzo 23, 2008

Le Dragon du Château Abandonné

Il était une fois un dragon qui vivait dans un Château qui, auparavant, avait fait partie d’un grand royaume, mais à présent il ne restait plus que le vieux bâtiment avec son unique habitant.

Le dragon souffrait parce qu’il s’ennuyait beaucoup. En effet, il n’avait pas d’amis ni d’occasions de pouvoir rire. Pour cette raison, un beau jour il décida de partir marcher aux alentours du château.

Il découvrit un grand nombre d’arbres chargés de fruits délicieux, aux couleurs merveilleuses et aux arômes exquises. Le dragon trouvait incroyable cette beauté que ses yeux observaient, mais il commença à remarquer qu’il y avait trop de tranquillité. Il s’arrêta de bouger, attentif à ce qui l’entourait, et il demeura si immobile que l’air chaud qu’il respirait sans le vouloir refroidissait presque. Il eut alors l’impression de voir quelque chose bouger mais il ne savait pas ce que c’était. Il observa avec plus d’attention et il réussit à apercevoir un très joli petit animal tout coloré se poser sur une marguerite blanche.

Il s’approcha de lui avec précaution et le salua:
- Bonjour!
- Bonjour! Répondit le petit animal en tremblant de peur.
- Qui es-tu?
- Je suis un papillon et toi tu es le Dragon du Château Abandonné!
- Eh! Comment sais-tu mon nom? Demanda surpris le dragon.
- Parce que tout le monde le sait. Est-ce que par hasard tu ne connais pas tous les amis de la forêt?
- Non, je n’en connais aucun.
- Ils te fuient sûrement parce qu’ils ont peur de toi.
- Pourquoi devraient-ils avoir peur de moi?
- Parce que tu es très grand et tu craches du feu.
- Ha, ha, ha! S’esclaffa le Dragon. Mais moi, j’utilise le feu pour allumer des flambées pour me chauffer le soir et faire ma cuisine.

Le papillon, rassuré, lui promit de le présenter à ses amis pour qu’ils n’aient pas peur de lui, eux non plus. D’un coup de sifflet il invita tous les petits animaux de la forêt à sortir de leur cachette et à faire connaissance avec son nouvel ami. Un à un, ils sortirent prudemment et s’approchèrent de lui petit à petit.

Comme le dragon avait passé tellement d’années tout seul, ses nouveaux amis décidèrent d’organiser une fête pour célébrer son arrivée dans le groupe. Le dragon était tellement content qu’il les invita à faire la fête dans son Château. Il y eut des paniers de friandises, des petits pains, de la musique et même de la guimauve que les écureuils faisaient fondre avec le feu du dragon.

A partir de ce jour, le dragon a toujours eu beaucoup d’amis qui venaient souvent le voir et ils l’invitaient à jouer à cache-cache dans la forêt. Le Château abandonné devint alors le Château Enchanté.
Née le même jour que toi, mon champion. Imaginé en français, mais traduite avec l’aide de Mai.

miércoles, marzo 19, 2008

Borradores sonámbulos

Prendió con el mismo cerillo el cigarrillo sin filtro y una candela blanca que iluminó escuetamente la reducida cocina de su apartamento, con la camisa a medio abotonar caminó descalzo sobre el ocre frío hacia la mesa del comedor, tomó asiento, sacó de la bolsa del pantalón el lápiz que siempre andaba consigo y con el que dormía desde hacia días ya, porque había dejado de cambiarse de ropa y vestía el mismo pantalón desde el domingo. Tomó el cuaderno que mantenía en la mesa y en el que escribía algunas ideas, borradores que jamás concluiría y palabras formando frases sin sentido que nacían en las noches que se levantaba sonámbulo directo a la mesa y escribía a obscuras para luego volver a quedarse dormido sentado. Esta madrugada se despertó como de costumbre, motivado por el hambre que trataba de ignorar con algún cigarro que habría conseguido durante el día y gastando el tiempo mientras dejaba que su mano escribiera las ideas sin pensar que le llegaban más como un reflejo que como la redacción propiamente de un nuevo texto.

Rayó el alba y seguía escribiendo si haber notado que durante más de una hora lo hizo en la penumbra porque la velita se había extinguido y su cigarrillo mucho antes. Se rascó los colochos, miró hacia la ventana sorprendiéndose de ver luz y arrugó la cara como recién levantado y encandilado por el sol. Volvió a ver a la cocina pensado en el desayuno y vio el frasco del café vacío y en el mismo sitio donde lo dejó hacía una semana, y miró nuevamente su texto, restándole importancia al hecho de no tener qué comer. Siguió escribiendo en el mismo cuaderno hasta que tuvo que levantarse a sacarle punta al lápiz con un cuchillo para volver a su silla y continuar el día entero aprovechando la luz natural.

Por la tarde cuando había agotado por completo el cuaderno, buscó una libreta de apuntes y continuó escribiendo sin detenerse, como exhortado del mundo, como si nada pudiese distraerlo. Escribió redactando hasta que fue muy oscuro y con el afán de no perder la concentración, arrimó la silla a la ventana para tratar de iluminarse con la luz de la luna y continúo escribiendo.

Consumido en su mundo casi no escuchó la puerta cuando parecía iban a derribarla de lo fuerte que tocaban. Abrió extrañado que alguien fuera a buscarle y más aun cuando descubrió que era su arrendador.

-¿Donde has estado metido? Parecés naufrago, muchacho. ¿Hace cuanto que no salís? Le preguntó con tono paternal.

Silencio

-Sabés a lo que vine, ya estamos a ocho. Intenté llamarte, pero tenés el teléfono cortado. El timbre tampoco sonó, ¿pagaste la luz?

-Creo que no

- ¿Qué tanto has estado haciendo? te ves enfermo

- Escribiendo

-¡Pero tenés que comer!

-Sí, quizá haga compras luego.

-Si seguís aquí encerrado sin alimentarte, la próxima vez que venga te encontraré tirado.

Como regresando al mundo replicó: -No se preocupe don Juan, ya casi termino este y salgo a comer algo.

-Más te vale, pero bañate antes que buena falta te hace.

Sacó unos billetes arrugados de una gaveta y le se los entregó al hombre mayor que esperaba paciente en la puerta.

-Si supiera que saldrás a comer, te los dejaba, pero como con vos nunca se sabe, mejor los tomo- le dijo. Y continuó -Espero verte con vida el mes que viene.

Cerró la puerta y siguió con su rutina, sin jamás percatarse que lo que acababa de entregar, no era más que un puñado de servilletas como lo había hecho las últimas doce veces.

Ido en su mundo, continuó hasta que un día el arrendador hizo tumbar la puerta para encontrarse la figura inerte de su inquilino sentado en la mesa con lápiz en mano y cientos de hojas de papel rayadas, escritas, manchadas dispersas por todo sitio. Frases y escritos bellos e intensos, como también textos ilegibles e inclusive rayones en las paredes eran los cómplices silentes que acompañaban a su creador construyendo una imagen tan triste como artística.
nacido al amanecer de un día invisible

Es posible

Quizá necesitás espacio, alejarte del mundo por un tiempo, o para siempre y olvidar algunos recuerdos que dan carraspera en la memoria.

Es posible que sanando heridas sea inevitable abrir otras, puede que gente buena y amigos de verdad se pierdan u olviden mezclados en el intento de evitar algunos otros no tan buenos, ni tan amigos.

Puede que el avance de la vida te haya sorprendido a mayor velocidad de lo que esperabas y decidiste entonces cambiar de carril y seguir un nuevo camino.

Puede que tus ojos hayan amanecido despiertos con más frecuencia de la deseada, quizá fueron muchas también las lágrimas derramadas o el sentimiento anidado en el pecho.

Las risas mermaron sin que se haya planeado de esa manera y con ellas las manos amigas que dan palmadas en la espalda y lo abrazos que a veces necesitamos más a menudo de lo que proyectamos.

El mundo gira en sentido equivocado y los días nos llegan en desorden sin darnos tiempo para acomodarlos o siquiera vivirlos. A veces atardece en la madrugada cuando el sueño nos abandona.

Quizá parte del crecimiento se da cuando logramos dejar atrás algunas cosas y vos has decidido crecer, pero lamentablemente, mi corazón no se acostumbra a no tenerte, o tenerte tan lejos que viene siendo lo mismo.

nacido por aquellos que se alejan sin dejar recado