sábado, enero 02, 2010

El indigente y su luna

Ven sus ojos con romántico asombro a esa bella luna coqueta que da luz ajena a la noche, provocando sombras en la acera, mientras el indigente, bordeando patos y garzas durmientes, mira al cielo como queriendo hablarle y preguntarle si desde lo alto logra verla y si puede igualmente cuidarla y llevarle a su cama esas palabras, que hasta ahora, se ha negado a escuchar.

De lejos se le observa caminar tiritando de frío, y balbuceando palabras, como rezando, como hablando solo, o con su propia sombra, o quizá, escribiendo en la brisa cartas y versos inspirados en su luna compañera que desde lo alto le sirve de guía, de cómplice y mensajera, al menos por las noches cuando el mundo se esconde en su guarida y él queda expuesto a su dolor, a su pobreza y soledad.