miércoles, enero 04, 2012

De esos vasitos de agua que saben a miel

Se despertó cuando aún no amanecía y caminó descalza a la cocina por un vaso de agua fría. Él, entre dormido y despierto la seguía con el pensamiento y los ojos cerrados, pensaba que en su lugar, hubiese tomado agua del tubo sin encender ninguna luz. Al oírla regresar, se imaginaba sus piecitos tocando el piso frío y lo mucho que eso le estorbaba, pero en medio de la noche, media dormida, no iría al armario por las sandalias que él allí había guardado por la tarde al regresar a casa. Curiosamente, él sí disfrutaba de la sensación irregular del piso y los cambios de temperatura al caminar sin zapatos.



Ella regresó a la cama y él más despierto ya, pero pretendiendo no estarlo, se volteó hacia ella, la abrazó con fuerza mientras le buscaba los pies con los suyos para calentárselos.





Conciliaron nuevamente el sueño mientras él sonría internamente por esas diferencias que los unían.