martes, noviembre 02, 2010

Vení, tomate este café conmigo.

Y es que hay momentos en la vida en los que no nos damos cuenta que la rutina nos está majando los pies y sirviéndonos el café frío por las mañanas. Días que pasan como carros veloces en la autopista distante, sin mayor importancia, siendo solamente un número más.

Esos momentos se van acumulando hasta que llegan a pegarse unos a otros, convirtiéndose entonces en una constante invariable que va muy de prisa terminando una tarea para iniciar la próxima, en una competencia que no solo se vuelve absurda sino que te quita el dulce de los días.

La ventaja es cuando en medio de esos momentos tan atropellados, una buena noticia nos besa la mejilla y no saca una sonrisa, relajándonos el ceño fruncido y coloreándonos el resto del día sin haberlo esperado.

Aun nos quedan esos bellos momentos, esos instantes de miel de abeja en las tostadas, esa aguita de pipa tan refrescante, esa visita que alegra, esa canción que nos regala de nuevo un recuerdo, esa noticia bonita que salta en la pantalla.

Por esos momentos que llegan tan inesperadamente y saben a buen vino, hoy brindo por vos, porque te amo y porque no dejás de impresionarme.

Mañana, tomate el café caliente y tomate el tiempo para disfrutarlo.