martes, agosto 17, 2010

un instante en Guyana

Sentado en el escritorio del triste cuarto de hotel, frente a mí un espejo muy serio que se niega a sonreírme, a mi derecha un televisor que no pienso averiguar si funciona, a mi izquierda una puertita que da a un intento de balcón, al fondo el mar donde puedo divisar un barco camaronero con los abridores abajo, arrastrando...

La Canon reposa en el mismo escritorio, como silenciosa testigo de viajes y aventuras. Dos botellas de agua mineral Diamond con emblema distinto, ambas con apariencia de haber estado guardadas en alguna bodega por años.

Tocan a la puerta y me encuentro a una señora bajita de no más de metro cincuenta que sin mayor saludo me da, como exigiendome que agarre, el periódico que estaba en el piso y que yo bien había ignorado al salir a desayunar. Lo tomo y lo coloco encima del también ignorado televisor. Sin decir nada, entra a mi cuarto y se ocupa en barrer y ordenar un poco. La oigo limpiándole el agua herrumbrada que salio de la ducha y medio ordenando sin mucho afán.

En el pasillo se escucha una carreta y una voz femenina que dice "hello housekeeping" a lo que mi visita responde "hello, how are you?", yo sonrío sin que ella se entere.

Me pasan por la mente imágenes de distintos sitios, pienso en las diferencias culturales y comerciales que nos caracterizan. Miro al espejo, le sonrío, me sonríe de vuelta finalmente y me pongo a escribir unas líneas antes de salir a caminar, descubrir, sentir, oler y vivir Georgetown por un par de horas.

Moviendo el gancho como borrando sus propias huellas, mirando al piso dice "OK, then" a lo que yo respondo mirándole la cabeza "thank you very much"

Se cierra la puerta y yo dejo de escribir.