Amanece en Guadeloupe, me tomo un café negro viendo los pajaros revoloteandole cerca a una señora para robarle el pan.
A mi derecha el océano Atlántico se extiende hasta el infinito, en una maravillosa mezcla de turquesa, verde y azul.
El día inicia, paciente y armonioso mientras yo controlo mis ansias y cuento las horas, para tenerte de nuevo en mis brazos.