viernes, junio 28, 2013

Guineíto

De Guineíto no sé mucho, apenas lo que yo podía ver desde el otro lado del portón cuando pasaba casi a diario a pedir una monedita. Guineíto caminaba sin prisa y en algún momento vendía guineos y pregonaba “guineiiiitooooo, guineiiiitoooo” mi mamá en varias ocasiones tuvo que haberle comprado, no recuerdo; pero sí recuerdo que en muchas otras salimos a darle una moneda.
Guineíto es mi personaje de infancia favorito, porque parecía ser un hombre bueno y a mí me gustan los hombres buenos.
Me enteré un día que una señora lo invitaba a pasar, le daba de comer y le cortaba el pelo. A mí me pareció un gesto muy lindo. Nunca supe si usaba barba porque le gustaba o porque simplemente le crecía y no se la rasuraba.
Guineíto debe estar en el cielo de los viejitos amables que piden una monedita, porque hay viejitos que piden una monedita pero no son amables, Guineíto sí lo era, aunque no se lavaba las manos, ni los dientes y no se bañaba mucho; bueno, es que hay mucha gente buena que no se lava las manos ni los dientes y tampoco se bañaba. Vestía con saco, zapatos café y pantalones caqui. Una vez mi mamá le regaló un saco color vino que don Felipe había dejado perdido en mi casa. Mi mamá le decía Felipe, así en español, pero en realidad se llamaba Philip, en inglés y no hablaba nada de español, pero nosotros no hablábamos nada de inglés entonces nos sonreíamos, que las sonrisas no tienen idioma ni acento y todo el mundo las entiende. Quizá don Philip no supo nunca que su saco le sirvió a un señor muy pobre en Costa Rica que no tenía qué ponerse, pero de haberlo sabido, creo que don Philip se hubiera puesto muy contento porque él también era un señor muy bueno que también está en el cielo de los señores amables.

Quizá algún día yo los vuelva a ver, a ambos y los presente porque no se conocen y le cuente a Guineíto que don Philip fue quien indirectamente le dejó un saco para que se pusiera…claro, pero eso solo lo puedo hacer, si yo también voy al cielo de los señores amables.